XIMENA.

 Su mirar penetra el alma cual daga en pecho,
¡Ay de mí! ¿Has clavado ya tu mirada de zafiro en esta pobre alma?
El amor es inherente de una pesada ligereza; la eterna discordancia entre el gozo y la miseria,
Si he de perderte entre la cruel adversidad, continuaré insesante torno al pasado en nombre tuyo, pues no existe tesoro más preciado que el de tu ser.

 ¡Oh, amada mía! Con franqueza manifiesto; no habrá ningún deseo de malicia en este corazón puro,
Con esta mano prometo enaltecer tu nombre hasta que de mí sea arrebatado el último aliento.
Con alma y cuerpo escudaré tu vida ante la pesadez de este mundo cruel, cueste así mi espíritu tocando las puertas del mismo cielo...
Mas de cielo hablo erradamente, pues ahora lo he visto en carne propia y ante mí ¡Qué dicha! ¡Cuán bella es mi amada! ¡Cuán afortunado soy!

  Si acaso mi ternura se disipa en motivo de calamidad, me hallaré encantado entre tus cálidos brazos.
Si acaso tu deleite se ve corrompido a causa del infortunio, ciertamente me hallaré a lacónico trayecto de tu estadía.
La visión de este hombre solo posee jurisdicción para contemplar tu ser,
Mi corazón estará atado al tuyo y pacientemente aguardará por tus caricias.

 Querida, con mi alma plena guardaré tu amor en perpetuidad,
Si has de hallarte aquí sola durante esta noche; si tu corazón nota amargura, asiré tu mano y te llevaré en un eterno paseo.
¡Ah, preciada finura! Si con tu magnificencia he de ser encantado, una mera ofrenda te presento...
Pues bien, soy capaz de firmarlo en tus manos; si has de fiarme tu amor a mí, entonces he de concederte el mío, mi amor eternamente vigoroso hasta el fin de los tiempos.

"Suave ¿Qué luz se asoma por ahí? Es el oriente y Génesis el sol. Sal luz mía, sal y mata de envidia a la pálida y ojerosa luna, que no es en sueño ni en fantasía tan bella como tú".

Comentarios

Lo más leído esta semana: